Siempre hemos dicho, cuando se jugaban torneos cortos que se necesitan, al menos, diez partidos para poder establecer conclusiones evaluando una campaña futbolística. Extrapolar cuatro, cinco o seis partidos a un total del torneo, muchas veces puede llevar al error.
Basta analizar los últimos campeonatos de la B Metropolitana para ver que, no necesariamente los equipos que terminan en posiciones culminantes, e incluso ascendiendo, por el contrario han sido muchos los casos de equipos que han tenido su “veranito inicial” para luego caer estrepitosamente en su rendimiento.
Sin embargo, a esta altura hay ciertos indicios preocupantes que llevan al hincha Celeste a no mostrar conformidad con la campaña.
Es cierto que los condicionantes han sido muchos. Tanto el cuerpo técnico, como la misma Subcomisión de Fútbol están haciendo sus primeras armas en esto del Fútbol Profesional, y sin dudas no es el mejor modo de comenzar partiendo de un techo tan bajo en materia presupuestaria.
José Barrella es el canto a la austeridad. Nutrió al equipo de una estructura económica, sin jugadores rutilantes, ni mucho menos figuras en sus equipos anteriores, conservó la estructura defensiva del equipo de la temporada pasada y sobre esta base está intentando armar un proyecto futbolístico digno, competitivo pero sin demasiadas aspiraciones.
La absurda medida de no permitir a las hinchadas visitantes presenciar las actuaciones de sus equipos, le ha dado la ventaja al técnico que los hinchas Celestes no han podido ver los planteos ultra defensivos y cautelosos frente a equipos como Talleres y el Deportivo Merlo, mucho mas limitados en lo presupuestario que el propio Temperley. Sin dudas que si la gente hubiera podido ver estos partidos, el nivel de virulencia en las críticas contra el técnico sería de tono mucho más elevado.
Una victoria, dos derrotas y cuatro empates cero a cero es el saldo provisorio que marca un equipo que se lo puede ver en formación en lo defensivo pero al cual no se entiende muy bien cual es el fundamento ni mucho menos el objetivo en función ofensiva.
Si bien el partido bisagra y definitivo para el humor del hincha Celeste para con este plantel y su técnico será el que en diez días disputará frente a Los Andes, a esta altura y frente al rival inmediato, el conflictuado Defensores de Belgrano, el reclamo de la gente no será ni una victoria contundente, ni mucho menos un elevado nivel futbolístico. El hincha Celeste pretende de los jugadores y fundamentalmente de su técnico un poco mas de audacia.
Se puede considerar atendible y hasta lógico en estas circunstancias armar planteos defensivos o jugar de contra al error rival o “a ver que pasa” en Floresta, Morón o Rosario, cuesta entender estos planteos tan conservadores en Merlo, Escalada o en el mismo Beranger.
Conocemos la idiosincrasia del hincha Celeste y, a esta altura, como ha sucedido muchas veces puede llegar a despedir aplaudiendo a un equipo que pierda, pero con las botas puestas, es decir yendo al frente, a buscar el partido y con vergüenza tratar de torcer el destino, por el contrario pensamos que si se repite otro triste cero a cero con dos remates al arco por tiempo y un concierto de picapedreros en la mitad de la cancha, los reproches pueden ser muchos y a nuestro juicio, razonables.
Esperemos que José Barrella y los jugadores comprendan esto. No pedimos peras al olmo, sino unas pocas gotas de agua, a una hinchada sedienta de protagonismo.
Basta analizar los últimos campeonatos de la B Metropolitana para ver que, no necesariamente los equipos que terminan en posiciones culminantes, e incluso ascendiendo, por el contrario han sido muchos los casos de equipos que han tenido su “veranito inicial” para luego caer estrepitosamente en su rendimiento.
Sin embargo, a esta altura hay ciertos indicios preocupantes que llevan al hincha Celeste a no mostrar conformidad con la campaña.
Es cierto que los condicionantes han sido muchos. Tanto el cuerpo técnico, como la misma Subcomisión de Fútbol están haciendo sus primeras armas en esto del Fútbol Profesional, y sin dudas no es el mejor modo de comenzar partiendo de un techo tan bajo en materia presupuestaria.
José Barrella es el canto a la austeridad. Nutrió al equipo de una estructura económica, sin jugadores rutilantes, ni mucho menos figuras en sus equipos anteriores, conservó la estructura defensiva del equipo de la temporada pasada y sobre esta base está intentando armar un proyecto futbolístico digno, competitivo pero sin demasiadas aspiraciones.
La absurda medida de no permitir a las hinchadas visitantes presenciar las actuaciones de sus equipos, le ha dado la ventaja al técnico que los hinchas Celestes no han podido ver los planteos ultra defensivos y cautelosos frente a equipos como Talleres y el Deportivo Merlo, mucho mas limitados en lo presupuestario que el propio Temperley. Sin dudas que si la gente hubiera podido ver estos partidos, el nivel de virulencia en las críticas contra el técnico sería de tono mucho más elevado.
Una victoria, dos derrotas y cuatro empates cero a cero es el saldo provisorio que marca un equipo que se lo puede ver en formación en lo defensivo pero al cual no se entiende muy bien cual es el fundamento ni mucho menos el objetivo en función ofensiva.
Si bien el partido bisagra y definitivo para el humor del hincha Celeste para con este plantel y su técnico será el que en diez días disputará frente a Los Andes, a esta altura y frente al rival inmediato, el conflictuado Defensores de Belgrano, el reclamo de la gente no será ni una victoria contundente, ni mucho menos un elevado nivel futbolístico. El hincha Celeste pretende de los jugadores y fundamentalmente de su técnico un poco mas de audacia.
Se puede considerar atendible y hasta lógico en estas circunstancias armar planteos defensivos o jugar de contra al error rival o “a ver que pasa” en Floresta, Morón o Rosario, cuesta entender estos planteos tan conservadores en Merlo, Escalada o en el mismo Beranger.
Conocemos la idiosincrasia del hincha Celeste y, a esta altura, como ha sucedido muchas veces puede llegar a despedir aplaudiendo a un equipo que pierda, pero con las botas puestas, es decir yendo al frente, a buscar el partido y con vergüenza tratar de torcer el destino, por el contrario pensamos que si se repite otro triste cero a cero con dos remates al arco por tiempo y un concierto de picapedreros en la mitad de la cancha, los reproches pueden ser muchos y a nuestro juicio, razonables.
Esperemos que José Barrella y los jugadores comprendan esto. No pedimos peras al olmo, sino unas pocas gotas de agua, a una hinchada sedienta de protagonismo.
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